Vicente Huidobro y la estupidez humana, a 75 años de su fallecimiento


Pasando y pasando
Por Alberto Farfán
El máximo poeta latinoamericano Vicente Huidobro muere un 2 de enero de 1948 y no sólo trasciende en el tiempo por su excelsitud poética, sino también por su visión del mundo debido a sus conceptos en torno a la creación literaria y con relación a la condición humana, los cuales se desprenden como adelantados a su época, por lo cual buena parte de ellos aún continúan vigentes.
Vicente García-Huidobro Fernández nace un 10 de enero de 1893 en Santiago de Chile, y fallece en la fecha referida en Cartagena, Chile. De familia acaudalada nuestro poeta, no obstante, opta por revelarse al establishment establecido que lo rodeaba y labra su trayecto de vida en contra de ello.
Autor del emblemático poema de largo aliento Altazor (1931), cuya novedad estilística y hondura existencial lo ubican como uno de los más grandes de este ámbito, nos brinda en su texto Pasando y pasando (1914) una serie de observaciones que si bien están inscritas en la esfera de la literatura y, más específicamente, de la poesía, éstas emergen vitales de tales tesituras porque Huidobro pone el acento en el individuo en tanto ser humano.
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Y justamente por evocar año con año en estas fechas la grandeza de Vicente Huidobro y de su obra, quien esto escribe se abocará a destacar fragmentos de Pasando y pasando, del capítulo intitulado “Yo”, para sustentar la originalidad de nuestro poeta y su vigencia. Y más ahora que nos vemos envueltos en una especie de decadencia en todos los aspectos de la vida, enajenante e insólita.
Nos dice sin ambages: “Lo único que he comprobado hasta ahora es que la estupidez humana es inconmensurable, infinita, grandiosa, elocuente, avasalladora, apocalíptica. Que basta ser imbécil para ser amado y respetado y escuchado, para surgir, para ser diputado, senador, ministro, presidente, director de diario y miembro de respetables academias”.
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Y con relación a la originalidad, escribe:
“Odio la rutina, el cliché y lo retórico.
Odio las momias y los subterráneos de museo.
Odio los fósiles literarios.
Odio todos los ruidos de cadenas que atan.
Odio a los que todavía sueñan con lo antiguo y piensan que nada puede ser superior a lo pasado”.
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Alberto Farfán recordó para #LosÁngelesPress cómo el poeta y expriista ha subyugado a sus miles de fanáticos a 20 años de su muerte. Lee la nota completa aquí: https://t.co/Ta9JJQTYKJ pic.twitter.com/CJOTy0EnKm— Los Ángeles Press (@losangelespress) March 30, 2021
En cambio, indica:
“Amo lo original, lo extraño.
Amo lo que las turbas llaman locura.
Amo todas las bizarrías y gestos de rebelión.
Amo todos los ruidos de cadenas que se rompen.
Amo a los que sueñan con el futuro y sólo tienen fe en el porvenir sin pensar en el pasado.
Amo las sutilezas espirituales”.
Y, agregará contundente: “Admiro a los que perciben las relaciones más lejanas de las cosas”.
Para concluir tajante e irónico: “Hoy no creo firmemente en nada, estoy convencido que los filósofos sólo dan palos de ciego y que la verdadera verdad sólo está en la médula cerebral de Dios Nuestro Señor suponiendo que Dios exista”.
Vicente Huidobro, en definitiva, nos invita a la reflexión con Pasando y pasando, pero también a romper con “las cadenas” que atan a la estulticia, sea política, social o cultural, a las obras y hechos carentes de espíritu innovador y sumamente mediocres, y que refuerzan dichas ataduras. Así, amable lector, te invito a leer y conocer más de este poeta, estoy seguro que no te arrepentirás.
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